Qué son los amarres 2ª parte

Qué son los amarres 2ª parte

Existen muchos tipos de amarre, por un lado están los amarres de pareja rosas o blancos que se llevan a cabo cuando la persona que lo está solicitando siente un amor verdadero hacia la persona que se desea retener, y por ello, estos amarres de amor suelen ser de larga duración. Por otro lado están los amarres negros que suelen hacerse bajo sentimientos de despecho y venganza, y son los que más rápido se vuelven contra la persona que lo solicitó.

Otros amarres

 Amarres de atracción

Su efecto tiene una duración corta. Puede hacerse cuando alguien simpatiza con nosotros y deseamos que dé un paso más, para consolidar una relación amorosa. Si al cabo de este tiempo no surge el verdadero amor entre ambos, el amarre se disolverá sin consecuencias .

Amarres sexuales

En magia blanca solamente están permitidos cuando se trata  de parejas estables. Su objetivo es potenciar el poder sexual de ambos que suele decaer con el tiempo.

Amarres de exorcismo

Se realizan cuando en una pareja, uno de los miembros repentinamente  se ve intensamente atraído  por una persona malévola que le ha realizado un embrujo de amor con magia negra.

 Amarres contra la envidia y los celos

Muchas veces las parejas se ven acosadas por familiares o por supuestas amistades que en realidad intentan separarlos por medio de chismes y rivalidades.

Otro  tipo muy conocido de amarre es el amarre temporal.

Se le denomina «temporal» porque la persona que recurre a este tipo de ritual de amor tiene la potestad de ponerle fin a voluntad; este tipo de amarre de amor temporal puede lograr que la persona interesada llegue a casarse incluso o llevar una feliz relación por muchos años con el ser amado, sin la necesidad de deshacer el ritual,… o lograr el objetivo de tener al lado al ser amado, y pasado un lapso de tiempo  darlo por terminado, deshaciéndose así el vínculo mágico con la persona a quién se lo realizó.

También es frecuente que muchos utilicen este tipo de ritual y posteriormente, satisfecho su objetivo de tener al lado al ser amado, opten por un ritual más permanente ó eterno, para así sellar definitivamente su destino amoroso. Este tipo de ritual pertenece a la Magia Blanca, teniendo las siguientes ventajas: opera con ayuda de las fuerzas elementales superiores, fuerzas angélicas o santos,  es óptimo para quién no desea usar la Magia Negra para resolver sus problemas amorosos, también es indetectable.

El elemento destacado en este ritual es el uso de velas e inciensos; en algunos casos por eso se le denomina en algunas partes como «velar» al ser amado. A través de las velas y otros elementos reservados, se crea un «cono de poder» energético que envuelve al ser amado y a la persona que le desea. Para este ritual se necesita también la fotografía de la persona a trabajar mágicamente, su nombre y apellidos y lo mismo del solicitante.

La magia roja proporciona los  rituales de amarre y dominio  utilizados para recuperar el amor y/o una relación afectiva en crisis y para controlar y dominar la libido desenfrenada de la pareja lo cual le impulsa a la infidelidad y promiscuidad. Se le denomina de dominio porque permite obtener una relación afectiva y sexual estable, sin el temor de la infidelidad o trato íntimo con otras personas: el efecto preponderante de este trabajo mágico es que se logra que toda relación que intente el ser amado fracase, así como un muy marcado deseo de solo tener una relación de pareja y deseo sexual por el que realiza el amarre.

Este tipo de ritual pertenece a la Magia Roja, teniendo las siguientes ventajas: opera a nivel sexual, área de las relaciones afectivas en la cual otros tipos de magia suelen tener muy poco efecto; permite dominar y controlar a la persona trabajada por más infiel que sea y dado su poder anula todo tipo de trabajo anterior ó hechizos de amor o amarres realizados con anterioridad por terceros. También es frecuentemente utilizado como ritual de retorno de pareja y para evitar que el ser amado pueda lograr ningún tipo de relación afectiva o sexual con otra persona que no sea el solicitante.

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